(Blog) Es el destino que nos separa y nos une a través de la vida
Nunca creí en el destino, me gusta más pensar que todo es casualidad, una bonita y sutil sorpresa, coincidencia, pero es que últimamente el pasado irrumpe con fuerza, cada vez más… Tres personas tienen la culpa de que no se me quite de la cabeza, que no pare de sonar en ella esta canción de Amaral.
Escrito por: Montse Sánchez
"Es el destino que nos lleva y nos guía,
nos separa y nos une a través de la vida,
Nos dijimos adiós una tarde y pasaron los años,
volvimos a vernos una noche de sábado,
otra ciudad, otro país, otra vida,
pero la misma mirada felina"
A este chico lo conocí cuando tenía 14 años, éramos dos adolescentes que paseábamos alegremente por las avenidas de ésta gran ciudad, pero un buen día llegó la muerte y al día siguiente bajaron dos hombres fuertes de un helicóptero, nos secuestraron, nos ataron y amordazaron, para luego abandonarnos en una isla desierta, con la tierra quemada, devastada. Al día siguiente, llegó un profesor que nos iba a enseñar las ventajas de vivir en éste lugar, costaba de creer con éste paisaje tan hostil. Ahora puedo decir que somos dos supervivientes de aquella isla infernal y que nunca nos acostumbramos a vivir allí... Volverlo a ver y juntos reír a carcajadas es una verdadera pasada.
Más tarde conocí a una mujer a quien la muerte no le arrasó como a nosotros, pero le faltaba un trozo. Desprendía una frialdad que a veces me resultaba desconcertante, pero yo sabía que bajo esa coraza se escondía una alta sensibilidad. Más tarde supe que también había estado en la isla, la entendía y aún la quise más...
Y la última que vi de éstos reencuentros, fue la primera que vi. Fue en un pub, fui a probar mi astucia en un juego, a pasar la tarde, nada más, era una especie de Trivial, un juego de azar, o un capricho del destino, ¿qué más da? Y ahí estaba ella, en medio de tanta gente, fue a la primera que vi, mis ojos se clavaron en ella. Por un momento se congeló el tiempo y me pareció que no habían pasado quince años, pero a los dos segundos después de verla mejor y verla tan mayor, comprendí que sí que habían pasado tantos años. No pude dejar de sonreír en esas dos horas. Ella nunca estuvo en la isla, se libró: cuando fueron a buscarla, se escapó a otro lugar. Ella no me lo ha confesado, pero todo el tiempo, me dice sin hablar -se le nota- que ella fue profesional, maestra en ése mismo sitio, y yo no puedo dejar de alucinar cada vez que la veo y lucho siempre contra el recuerdo que me lleva una y otra vez al pasado, pero ya hemos hecho un pacto y no hablaremos de él nunca jamás... Era la niña más bonita y dulce del mundo.
Y es así que se nos pasa la vida, entre encuentros mágicos, desencuentros trágicos, y bienvenidas que saben a besos, con flores y suaves sonrisas.