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Sigo sobre la idea del destino, últimamente sigo reencontrándome, coincidiendo con gente que conocí hace tiempo y somos como las luces de los barcos que se encuentran en la niebla, a veces solemos hacerlo en la luz y el bullicio de todos los bares, o en los destellos de las luces de neón de esta gran ciudad.
Es increíble: me fascina ver cómo trabajan las hormigas, tan pequeñitas y organizadas, sabiendo muy bien cuál es función, trabajan en silencio y pasan casi inadvertidas, pero así constantes y tenaces y al final su esfuerzo será recompensado, dará sus frutos.
Ojalá hubiera entrado antes a escribir al bloc, ahí va mi pequeño homenaje al Día de la Mujer. ¿Quién me iba a decir a mí que el destino o la casualidad, me harían trabajar rodeada de mujeres que parecen normales pero que en realidad son extraordinarias, fuera de lo normal…
Nunca creí en el destino, me gusta más pensar que todo es casualidad, una bonita y sutil sorpresa, coincidencia, pero es que últimamente el pasado irrumpe con fuerza, cada vez más…
Es curioso cómo somos de pequeños y cómo somos de mayores. De mayores los artistas, los poetas, los cantantes se afanan en destacar por ser "únicos, originales, diferentes", hacer algo que nadie haya hecho antes, algo fresco e innovador. Pero de pequeños, amigos míos, esto cambia y mucho...