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(Blog) El contacto con la realidad y el altruismo bien entendido

altruismeHace unas semanas escuchaba una conversación en el trabajo entre una compañera de mi servicio y otra persona que le decía: “Es que no entiendo como la gente ahora está tan mal y no llega a final de mes, ¿cómo no habían ahorrado antes?”. Sentí un pinchazo entre mi corazón y mi estómago y, una vez más, constaté que, en ocasiones, las personas no somos capaces de mirar más allá de nuestro ombligo. Esta persona, instruida y con un cargo de cierta responsabilidad, ¿no es consciente de la realidad de nuestro país? ¿De las tasas de paro endémicas, del nivel de los sueldos? Más bien pienso que vivimos en un momento histórico en que el egoísmo y el egocentrismo imperan por encima de cualquier otro valor.

Escrito por: Marta Abad

Adicionalmente, he tenido siempre mucho miedo y, sobre todo, he sentido mucho rechazo por cualquier tipo de elitismo que sustrae a las personas de la realidad común y las emplaza en un tipo de altar desde donde atisbar los otros con conmiseración. De elitismo hay de muchos tipos: económico, intelectual, espiritual... sea el que sea, normalmente no ayuda las personas a crecer y a ser fértiles en comunidad.

 

Me gustaría poner otro ejemplo de este “no mirar por el otro” y reducir la realidad al paso propio por el mundo. En esta situación de pandemia por la Covid-19 con no pocas muertes aceleradas y un impacto con precedentes muy remotos a la economía y, por lo tanto, con mucha marginalidad creada, no se están dejando de ver fiestas privadas, encuentros multitudinarios, individuos que rechazan llevar la mascarilla... Algunos dirán que se trata de acontecimiento aislados pero, si tenemos en cuenta la exponencialidad de la curva de contagios, no estamos en posición de restarle importancia.

 

¿Qué pienso que sucede aquí? Las personas que cometen este tipo de actos se sienten inmortales. En general se trata de jóvenes que, aunque se contagien, muy posiblemente no tengan ni síntomas. Entonces, ¿por qué dejar de vivir la vida en su máxima expresión? El simple mecanismo de la economía (sí, más simple de lo que creemos) y la precariedad actual no pasan ni un momento por su cabeza; tanto les da, no va con ellos. Entrando, a veces en la paradoja, de que quizás sí les puede llegar afectar en el corto plazo porque pierdan sus trabajos o lo hagan las personas de su círculo más próximo.

 

Entonces, ¿tanto nos cuesta hacer un pequeño sacrificio de unos meses o un año si después las consecuencias tienen que ser menos dolorosas por todos? Personalmente, creo que es un precio muy pequeño.

 

Por último, me gustaría poner otro ejemplo que no deja de fraparme. Como bien sabemos, muchos servicios como por ejemplo Fundació Joia están, en parte, financiados por nuestros impuestos. Cómo este, muchos otros que cumplen un rol muy importante en nuestras vidas: sanidad, educación, cultura...etc. Ahora bien, ¿cuántas veces hemos intentado evadir pagar impuestos o hemos sabido de alguien que lo ha hecho? Una vez más, parece que no somos conscientes de la importancia de pensar en el colectivo o, como mínimo, en la importancia de nuestros hechos más allá del instante concreto.

 

Por supuesto, cuando señalo estos hechos individuales a modo de ejemplo, no estoy poniendo la vista en los otros ni pretendo pasar por un ser altruista sin mácula, ¡ni mucho menos! En muchas ocasiones, siento rabia porque las cosas no han salido como mí me gustaría o porque no puedo imponer mi capricho o deseo en mi círculo. Aquí, sin ningún tipo de duda, también estoy mirando únicamente por mí y obviando el grupo y/o la realidad que (casi) siempre se tendrían que imponer. Y cuidado, con esto no estoy defendiendo ninguna ideología política o filosófica sino un sentido de comunidad que, en última instancia, nos tiene que llevar a la supervivencia y el progreso.

 

También querría hacer un matiz a esta pequeña reflexión. Nuestra responsabilidad hacia el colectivo no tiene que entrar nunca en contradicción al salvaguardar nuestra integridad física y psíquica como personas dado que, en otros casos, también podemos entrar en la trampa de convertirnos en instrumentos de los otros para conseguir sus fines. Encontrar, pues, el equilibrio entre nuestra persona y el grupo tendría que ser un objetivo a tener presente en nuestros actos de la vida cotidiana.

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