(Blog) Un conocido que pasa por la calle
Cuando era pequeña en este país vivíamos muy aislados. Nunca encontrábamos a gente extranjera, en todo caso gente rica que siempre venía a pasarlo bien pero no tanto a buscar un buen trabajo.
Cuando era pequeña en este país vivíamos muy aislados. Nunca encontrábamos a gente extranjera, en todo caso gente rica que siempre venía a pasarlo bien pero no tanto a buscar un buen trabajo.
Una tarde de verano bastante aburrida, mi hermana mayor me propuso un reto artístico: que, desde aquí mismo, os intentara explicar un cuento “futurístico” con la sola puñetera condición de contener las dos palabras (que están relacionadas) que me proponía ella, que son “burro” y “alforja”.
Antes de celebrar terroríficos bailes de disfraces y alegres festivales de cine macabro, hacia estas fechas de Todos los Santos y todos los Difuntos ya conocíamos el respeto por los ciclos estacionales de la primavera y el otoño que existen en la naturaleza y que aprendemos en la escuela.
El 24 de septiembre ha sido el día de nuestra patrona. Seguramente ha habido buenas exhibiciones del Águila, de la Tarasca y de la Víbria, acompañadas de insignes reyes y cabezudos que hace muchos años que han dejado de perseguir a los niños.
Ahora ha hecho cincuenta años que fui por primera vez, con más de un millar de niños de escuela, a la ciudad de Santiago de Compostela, en forma de Romería ferroviaria. Era en 1971 y cogimos un tren de 25 vagones con un centenar de maestros de escuela para viajar hacia la condonación papal de muchos años de beatitud purgatoria.
Parece que se ha acabado de repente aquel peligro tan malo de contagio del virus del Covid-19 que se podía coger con tu familia y en los numerosos lugares públicos de recreo o en el trabajo. A pesar de todo, cualquiera de nosotros tenía que salir de casa por fuerza con la famosa mascarilla encima del rostro.
Existía una plaza antigua en medio de una villa recóndita muy llena de vida, de seres humanos y de bestias. En el centro de la plaza de la villa existía una gran estatua de piedra cubierta de oro y diamantes que conmemoraba el nacimiento de un galán príncipe de hacía siglos y que había sido, según decían, un personaje inmensamente feliz a lo largo de su juventud y vida madura; pero de eso, a pesar de aquella escultura, ya nadie se acordaba lo suficiente; los habitantes del pueblo no sabían quién había sido el majestuoso Príncipe Feliz.
Me encantan las castañas y los boniatos. Lo más sugerente que me he encontrado en la noche del 30 de octubre al 1 de noviembre es un chico bien musculoso, vestido de arlequín de negro y rojo, comiendo castañas, panellets y boniatos.
En los años noventa se instauró en todo el mundo un día especial para defender los derechos de toda persona afectada de trastorno de salud mental, ya que muy a menudo esta fragilidad que podemos poseer hace que la otra gente quiera señalarnos como seres erróneos o apestados.
Este año no queríamos hacer nada. Más bien no podíamos. Pero afortunadamente mi adorado hermano “holandés” se ha alquilado un apartamentito genial en la Costa Brava de Gerona, en Port-Bou, ya que allí viven unos amigos nuestros y a veces pasamos varios días.
El mes pasado hizo un calor extremo. Vivimos en un pueblo muy bonito, tocando el Berguedà, en Navàs, y subo cada día al atardecer después del trabajo desde Barcelona.
Nos habíamos jurado tantas veces entre nosotros dos que nunca volveríamos a hablar ni a encontrarnos, pero nos habíamos reunido tantas veces después de decirlo. Desde el día en que nos conocimos que no quisimos prescindir el uno del otro a pesar de que ya supiéramos que nunca pensaríamos igual sobre nada.
c/ Bac de Roda, 149
T. 93 303 50 97
Avinguda Josep
Tarradellas, 19-21
T. 93 289 24 30
c/ Indústria, 50
T. 93 210 24 19
Oficinas Centrales
T. 93 452 04 67
Horario de atención
L-J 8.00-13.00h y 14.00-17.00h
V: 8.00-14.00h
Clubs Sociales de L a V de 14.30 a 19.30h