(Blog) Día Mundial sin Tabaco
Lo cierto es que mi experiencia con el tabaco es de aquella que habla con conocimiento de causa: he sido fumador intermitente desde que me acercaba a la mayoría de edad y, hasta que no empecé a comprobar en mi propio cuerpo las secuelas que empezaban a amenazar con ser claras, no lo dejé.
Escrito por: Eduardo Alonso
La tos que interrumpe el respirar fluido, alterando incluso el sueño. El sedentarismo que provoca la falta de actividad asociada a la falta de capacidad pulmonar y la propia actitud contemplativa del acto de fumar. El condicionamiento de nuestros hábitos: ya no podemos estar una hora y media desconectando en cualquier tarea, siempre reaparece el mono del siguiente cigarrillo.
Si es cierto que se trata de un hábito que afecta a una gran cantidad de la población, no lo es menos que se la ha concienciado bastante con la prohibición de fumar en determinados espacios, salvaguardando la salud del no fumador y del menor.
El cáncer de pulmón o el infarto están a la orden del día. Yo mismo conozco un caso reciente que me coge cerca. Menos mal que el infarto acabó en una persona gruñendo en su casa de baja porque debía cambiar totalmente sus hábitos. El caso tan recurrido de Santiago Carrillo, eterno e insaciable fumador hasta la sepultura en una avanzada edad, no es más que una tramposa excepción a un hábito que reduce la calidad de vida de millones de personas y, muchas veces, finalmente la anula.