(Blog) El juego de la violencia
En 1993 la ONU decretó el 30 de enero como el Día Mundial de la No Violencia. Coincidiendo con el aniversario del gran pacifista Mahatma Gandhi se conmemora esta jornada de reflexión en torno la paz en la totalidad del planeta. A un nivel colectivo, los motivos de los actos violentos son y han sido varios a lo largo de toda nuestra historia.
Escrit per: Irene Martínez
En este sentido, la religión ha jugado un papel esencial en la división del pensamiento y en el enfrentamiento entre facciones. La defensa del territorio también ha sido siempre una de las causas de lucha entre comunidades. Un establecimiento de fronteras foráneo que no ha tenido en cuenta (sobre todo en los países colonizados y menos desarrollados) las auténticas divisiones entre las diferentes comunidades tribales, lejos de apaciguar fricciones ha aumentado la violencia en el planeta. Los recursos económicos son el otro gran pilar en el que se sostiene la violencia entre los países.
La tecnología ha aumentado la intensidad y la dimensión de los sucesos violentos. Los intereses creados en torno a la industria armamentística generan una sistemática espiral de violencia en nuestro planeta que es muy difícil de frenar. Con la era de internet, diferentes organizaciones violentas han encontrado en la red la herramienta de captación y recaudación perfectas para agrandar sus filas.
Esto también tiene su contrapartida en positivo. A través de la tecnología el ser humano tiene la posibilidad de crear una conciencia colectiva que denuncie de manera conjunta todo acto que atente contra la dignidad humana. Las redes sociales contribuyen a levantar la voz y arrojan luz hacia diferentes conductas peligrosas y violentas.
Pero la solución, como casi todo en la vida, la hemos de buscar en el de la violencia, que no es otra cosa que la consecuencia del miedo que resulta de algún peligro y del afán de protección. En este sentido, las inseguridades y una educación equivocada desde la infancia pueden jugar un papel importante. Es por eso que todo tiene que empezar desde casa y desde la escuela: el amor, la seguridad y el cariño pueden contribuir a forjar valores que fomentan la convivencia pacífica. Sólo con unas generaciones conscientes y respetuosas con el otro se puede empezar a mover ficha.