(Blog) Naranjas enteras
Yo y mi marido somos como dos naranjas que caminan juntas. Vamos uno al lado del otro, ni delante ni detrás. Pero sobre todo, consideramos que nos compartimos en uno al otro como seres enteros.
Escrito por: Sandra Miguel
Toda la vida había creído que necesitaba encontrar a alguien que me complementara. Y fracasaba. Cuando conocí a mi pareja entendí que no etamos aquí para rellenar los vacíos de nadie. Estamos juntos porque juntos sumamos.
Parece una cosa obvia pero, para mí, no ha sido fácil a lo largo de mis relaciones. He entendido, por fin, que yo he de cultivarme no para gustar a otra persona, sino para gustarme a mí misma. Mi baja autoestima no me lo dejaba ver. Quererme y confiar en mí misma es esencial para poder construir diariamente mi relación. Es un trabajo constante, amarte, amar y ser amada, esta es la ecuación para mí.
Cuando mi marido y yo nos enamoramos, el tiempo que había pasado antes de encontrarnos tuvo el sentido de un aprendizaje. Nos conocimos en el momento justo de nuestras vidas. Sentimos que juntos crecíamos más que separados y que el amor entre ambos nos hacía ser mejores. Desde entonces compartimos valores y principios, y aunque no son iguales, aceptamos nuestras diferencias como algo enriquecedor. No es idílico, discutimos como todo el mundo, pero hasta las crisis las vemos como una oportunidad de aprender de nosotros mismos. Y una vez superadas, nos hacemos más fuertes.
Nos sentimos llenos, primero por ser cada uno como somos, y después por haber tenido la suerte de encontrarnos.