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(Blog) ¿Damos la salud por sentada?

salud20Cuando Meritxell de Fundació Joia me pidió que en abril hablara de la Salud teniendo en cuenta que el día 7 se celebra el Día Mundial, nunca hubiera imaginado que seria en el contexto actual: enfrentados a una pandemia mundial a causa del Covid-19 o famoso Coronavirus. No recuerdo una situación similar en los 40 años de vida que tengo y, curiosamente, en este caso, mi salud, propiamente, no es la que está afectada.

Escrito por: Marta Abad

Quizá porque a mí me ha faltado en otros aspectos, la valoro como un bien preciado. Si bien no aspiro a estar “perfecta”, sí agradezco cuando tengo unos días o unas semanas mejores que otras. Para mí, la salud es poder hacer una vida prácticamente normal sin sufrirla, algo tan simple o tan complicado como esto.

 

Ahora nadie puede hacer una vida normal, nos faltan cosas que, de una manera u otra, necesitamos o queremos: estar con los nuestros, dar una vuelta, hacer ejercicio, comer un aperitivo en un bar, dar una vuelta por la ciudad, ir a un espectáculo... personalmente, lo que más echo de menos es ir arriba y abajo y pasar dos o tres horas con alguno de mis amigos tomando un refresco.

 

Ante este escenario excepcional vienen a la cabeza muchas preguntas y reflexiones porque, no puede ser de otro modo, que de esta saldremos con algún nuevo aprendizaje; lo contrario sería infértil y poco enriquecedor.

 

Primeramente, me doy cuenta que no valoramos (o, como mínimo, yo no lo hago como debería) las pequeñas grandes cosas que conforman nuestra vida hasta que nos faltan. Nuestras fuentes de energía del alma son un tipo de regalo o don por los cuales tendríamos que estar agradecidos. Agradecidos a la vida, al cosmos, a Dios... Cada cual a aquello que crea que le tiene que dar gracias; tanto da. Porque, en el fondo, ¿qué sería de nuestra vida sin ellas?

 

Por otro lado, pienso en cómo de escondida, acallada o poco difundida está la carencia de salud de algunas poblaciones del mundo. En África muchas dolencias “comunes” son letales, por no hablar de lo que podríamos denominar su gran pandemia: el hambre. Me frapa ver que el mundo, a día de hoy, todavía se divide en dos o más clases de ciudadanos. ¿Seguiremos sin prestarle atención?

 

También pienso en la importancia de la comunicación y la concienciación en cuanto a aspectos de salud. Conocer los males a los cuales nos enfrentamos o nos podemos enfrentar nos da, como mínimo, la posibilidad de entender, de prevenir, de hacer frente, etc. Esto está sucediendo con el Coronavirus pero, personalmente, creo que no con las dolencias mentales la incidencia de las cuales no para de crecer en nuestro país. Por supuesto, estas no son contagiosas ahora bien, ¿no suponen también un dolor inmenso para quien las sufren y también por aquellos que los rodean? ¿No suponen también un gran gasto en sanidad? ¿No podrían, con planes activos, prevenirse en una medida importante?

 

Como sea, la salud es el principal pilar de nuestras vidas, sin la cual no podemos hacer las cosas más básicas o las más preciadas o, en el mejor de los casos, las podemos hacer con muchas dificultades.

 

Preciemos nuestra salud y tratemos de poner nuestro granito de arena en cuanto a pedagogía, en este caso, de las dolencias mentales: qué son, cómo nos afectan, qué suponen, que nadie es inmune pero que, en la mayoría de los casos, bien conducidas no nos impiden pensar, hacer y sentir como cualquier otra persona.

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