(Blog) Casa de todos
Principio de los años 90, yo tenía unos 12 o 13 años y tuve la gran fortuna que la dirección de mi colegio invitó a unos expertos en cuestiones medioambientales para que nos ayudaran a tomar conciencia de algún aspectos que, en aquel momento, no eran más que incipientes. Han pasado más de 25 años y mucho me tenía que marcar aquella sesión dinamizada con juegos, del que recuerdo el leit motiv: “reutiliza, recupera y recicla”. Cuando lo pienso, sonrío con cierto orgullo: hablar de aquel tema en aquel momento era algo bastante revolucionario y mi colegio apostó por ello.
Escrito por: Marta Abad
Para situaros algo más en el contexto, entonces todavía no existían los contenedores de reciclaje en las calles de Barcelona, con lo cual acumulaba papeles usados en casa, los metía en la mochila y los llevaba en la escuela donde sí que disponíamos de contenedores de papel y cartón. Más allá de duchas mesuradas, luces apagadas cuando no eran necesarias, esta era mi pequeña contribución para cuidar un poco nuestra casa.
Porque sí, la tierra es nuestra casa. ¿Dónde vivimos sino? Sea cual sea nuestra procedencia, si estamos leyendo estas líneas es como habitantes del planeta tierra. Humildemente, creo, pero, que el problema que nos lleva a no cuidarla aun y siendo nuestro hogar, y es que vivimos en una sociedad individualista en que el bien común es un concepto abstracto para muchos y donde el foco reside en la individualidad y el bien propio.
Se me hace difícil imaginar cómo podemos dar la vuelta a esta visión de las cosas a fin de acontecer co-responsables del trato que le damos en la tierra. ¿Educación en valores universales? ¿Campañas tremendistas? Creo que todo esto ya se ha probado y no parece dar resultados. El consumismo salvaje como supuesto camino para lograr el bienestar y el placer parece estar por encima de cualquier otra consideración. Dado que ni sé, ni puedo influir en otros, la única cosa que está en mis manos es vigilar cada gesto que tengo en mi día a día en relación a su impacto en el medio ambiente y autocorregirme en un ejercicio constante y consciente.
Más allá de creencias religiosas, fílias y fobias eclesiásticas, nadie puede negar la influencia del Papa como líder mundial. El actual, Francisco, publicó una encíclica ya hace unos cuatro años, “Laudato si”, en que precisamente pedía la implicación de todos para cuidar nuestra madre tierra, combatir la degradación ambiental y el cambio climático. En contra de esto, alguien podría mencionar la postura opuesta de Donald Trump, negacionista de tal cambio.
Ahora bien, ¿qué postura queremos tomar a nivel individual? Aquí no valen ni líderes, ni teorías, aquí entran en juego nuestros valores, nuestra percepción de las cosas, nuestro amor por la naturaleza y, está claro, por otros seres vivos, hombres y mujeres incluidos. Nadie vendrá a juzgarnos por la decisión que tomamos, por cómo nos comportamos en nuestro día a día. Aquí nos enfrentamos a nosotros mismos, a nuestra conciencia.
Personalmente y aunque sea poco romántico, no creo que en los días señalados; me gustaría que cada día fuera el día del Medio Ambiente, como el de la Amistad, la Salud Mental... porque si no cuidamos lo que somos, quienes forman parte de nuestra vida y nuestro espacio, la vida va perdiendo su forma y acabamos lamentándonos por la pérdida. Ahora bien, si tiene que servir para que seguimos aprendiendo y mejorando, celebremos los días que sean necesarios, levantamos la voz y escribamos líneas que cambien vidas.