Esta web utiliza cookies propias y de terceros para obtener información de sus hábitos de búsqueda e intentar mejorar la calidad de nuestros servicios y de la navegación por nuestra web. Si está de acuerdo haga clic en ACEPTAR o siga navegando.

Aceptar cookies

(Blog) ¿Conocemos nuestros valores?

toleranceDesde mi humilde punto de vista, estamos viviendo un momento histórico (como mínimo en Occidente) en que los “ismos” están marcando la vida de las personas y de las sociedades. ¿A qué me refiero? Nada más y nada menos que a los: feminismo, ateísmo, nacionalismo, veganismo, etc.

Escrito por: Marta Abad

En ningún momento querría transmitir que estas líneas de pensamiento sean algo negativo, ¡ni mucho menos! El problema está en el hecho de que estos se conviertan, para algunos, en radicalismos que impregnan todos los aspectos de la vida y que nos impiden ver más allá y, lo peor de todo, relacionarnos con otros que, sobre este tema o aspecto de la vida, tienen una opinión o posicionamiento diferentes a los nuestros. Hay algo superior que nos tendría que unir: nuestra humanidad, ser personas.

Lo más grave de todo es que, en ocasiones, estas “opiniones” incluso llegan a separar amigos o miembros de una misma familia. ¿Tiene sentido? ¿Merece la pena? Personalmente, creo que no. Al final del día, mi posicionamiento político, religioso, social, es una derivada de mis valores más profundos, pero no de los valores propiamente dichos, sino de su esencia.

¿Qué quiero decir con esto? Creo que aquello que tendría que iluminar nuestro camino, dictar el signo de nuestros actos, ayudarnos a tomar decisiones, son nuestros valores y, estos, constituyen un sustrato sobre el cual se asientan las ideologías, las opciones políticas y la espiritualidad, así como cualquier otro aspecto de nuestras vidas.

Os pondré un ejemplo muy personal. El principal (que no el único) valor para mí es la justicia. Esto significa que, en mis actuaciones del día a día intento tener presente este criterio: ser justa con los otros y conmigo misma. ¿Consigo serlo siempre? Ni mucho menos. Los seres humanos estamos muy lejos de la deidad o de la santidad; con lo cual cometemos errores, algunos poco relevantes, sin casi impacto en nuestra vida o en la de otros; otros, desgraciadamente, suponen una sacudida o una herida que difícilmente podremos reparar. A pesar de esto, tenemos que seguir andando guiados por este valor o valores arraigados en nuestro corazón.

Por supuesto, a través de la experiencia y de las vivencias personales, este valor fundamental puede mutar y tenemos que aceptar que lo haga y actuar en consecuencia integrándolo y convirtiéndolo en nuestra brújula vital.

Con todo esto, querría invitaros a escuchar vuestro corazón y averiguar cuáles son los valores más importantes para vosotros y a analizar cómo los aplicáis en vuestras vidas. ¿Son vuestros “ismos” coherentes u os adherís a aquellos que están de moda o son políticamente correctos? ¿Hay alguna “automatización” en vuestro día a día que os haga sentir mal con vosotros mismos?

Siguiendo con mi experiencia personal, profundizaré en el ejemplo que os mencionaba más arriba. Como otras muchas personas, tengo una tendencia política más o menos marcada. Ahora bien, soy capaz de discernir aquellas políticas y declaraciones concretas que considero justas de aquellas que valoro como inapropiadas independientemente del partido del cual provengan. Me considero una persona poliédrica (que no inconsistente ni tibia) y, como tal, no puedo comulgar con todas y cada una de las propuestas o con el 100% del ideario de un partido. Como tampoco puedo compartir todos los puntos de vista de la vida con mi pareja o con mi mejor amiga. Al contrario, me parecería una carencia de reflexión o no escuchar la propia conciencia.

Quizás porque soy una persona más bien introvertida, he dado vueltas y vueltas a muchos aspectos de la vida. Sobre la mayoría de ellos tengo una opinión formada bastante clara, en cuanto a otros, sigo reflexionando y, por supuesto, escucho con atención a aquellos que tienen más información o conocimiento sobre la materia.

También encuentro capital no esconderse de las ideas e ideales propios. Aquí también querría compartiros una anécdota que quizás sonará poco relevante pero que a mí me hizo pensar. Hace unos pocos años, estaba haciendo un curso de francés y un compañero, a raíz de un comentario que hice, me contestó: “Lo que tendrías que preguntarte es por qué motivo, siendo inteligente, vas a la iglesia”. En aquel momento no reaccioné pero, como otros comentarios y vivencias a lo largo de mi vida, me hizo reflexionar y, todavía a veces, retomo la conversación.

¿Por qué, cuando una creencia o acto no encaja con la tendencia macro del momento, genera rechazo si, en sí, no es mala? ¿Tan tontos somos que no somos capaces de pensar por nosotros mismos y, consecuentemente, de respetar a aquellos que, a su vez, también lo hacen? Sí, fui a la iglesia durante un periodo de mi vida, siempre estoy en busca, cuestiono muchas cosas y volveré a ir si lo necesito o me apetece. Y, por supuesto, seguiré defendiendo mis ideas que, normalmente, parten de mi sentido o necesidad de justicia. No busco encajar con la mayoría, esto me acabaría carcomiendo el alma aunque el camino fuera mucho más sencillo.

Resumiendo: os aliento a reflexionar sobre vuestros valores, sobre su declinación en el día a día, sobre si sois fieles a vuestro corazón o preferís seguir la corriente. Cualquier posición es válida, si bien, es importante que seamos conscientes.

¿Dónde estamos?

c/ Bac de Roda, 149
T. 93 303 50 97


Avinguda Josep
Tarradellas, 19-21
T. 93 289 24 30


c/ Indústria, 50
T. 93 210 24 19

Contacto

Oficinas Centrales
T. 93 452 04 67


Horario de atención
L-J 8.00-13.00h y 14.00-17.00h
V: 8.00-14.00h
Clubs Sociales de L a V de 14.30 a 19.30h


joia@fundaciojoia.org

delegacioprotecciodades@fundaciojoia.org