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Si podéis, os pido que cerréis los ojos y que penséis en un momento en que os hayáis sentido tranquilos, en paz con vosotros mismos, contentos de vivir e, incluso, con una sonrisa en los labios o, como mínimo, con la huella de la alegría en el corazón. Seguro que cada uno de vosotros pensará en una situación muy diferente. Ahora bien, me atrevería a afirmar que, en la mayoría de los casos, se tratará de pequeños instantes de la vida cotidiana en que el dinero, el status, y los “fuegos artificiales” no tienen nada a ver.
El 10 de diciembre de 1948 se firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Mucho ha llovido desde entonces a todos niveles y en todo el mundo. Ahora bien, ¿creemos que aquella declaración de buenas intenciones es una realidad hoy en día y para todos los seres humanos?
Hace unas semanas escuchaba una conversación en el trabajo entre una compañera de mi servicio y otra persona que le decía: “Es que no entiendo como la gente ahora está tan mal y no llega a final de mes, ¿cómo no habían ahorrado antes?”.
Hace unos meses veía un reportaje titulado “La teoría sueca del amor” el argumento del cual era la promoción de una vida de las personas por parte del gobierno del país escandinavo así como sobre las consecuencias de haber instaurado esta política en las últimas décadas. Si no dijéramos más sobre el tema, pocos podrían oponerse a un objetivo tan digno.
¿Alguna vez te has planteado qué valor tiene la sinceridad en tu vida o qué valor le das? ¿No piensas que sea algo interesante a plantearse? En mi caso y siempre desde los valores y vivencias personales, ocupa un espacio importantísimo en mi día a día.
Hace unos días, en una reunión de amigos a través de la aplicación Zoom- recordamos que somos en periodo de cuarentena por motivo de la Covid-19- uno de ellos, que es una persona muy sensata y sabia, nos decía que no tendría ningún sentido que las personas naciéramos perfectas, sin defectos morales de cualquier tipo.
Lo admito, soy de aquel tipo de personas repelente poco amantes de las fechas señaladas; más concretamente, no celebro ninguna si no es porque le haga especial ilusión a alguien a quien quiero.
El 20 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Infancia y, desde estas líneas, creemos importante hacer una serie de reflexiones sobre este momento de la vida del ser humano.
El 10 de Octubre se celebra el Día Mundial por la Salud Mental y me pregunto si es una buena excusa para analizar el estado de la misma en nuestro entorno y hacer autocrítica como sociedad y a nivel e individual. Trato de explicarme.
Queridos amigos. Vosotros sabéis perfectamente quién sois, no es necesario que diga uno a uno vuestros nombres; tampoco sois demasiados pero sí suficientes para hacer que mi vida valga más la pena ser vivida.
Principio de los años 90, yo tenía unos 12 o 13 años y tuve la gran fortuna que la dirección de mi colegio invitó a unos expertos en cuestiones medioambientales para que nos ayudaran a tomar conciencia de algún aspectos que, en aquel momento, no eran más que incipientes.
Cuando Meritxell de Fundació Joia me pidió que en abril hablara de la Salud teniendo en cuenta que el día 7 se celebra el Día Mundial, nunca hubiera imaginado que seria en el contexto actual: enfrentados a una pandemia mundial a causa del Covid-19 o famoso Coronavirus.