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(Blog) No te rindas nunca

ayuda2La vida raramente es como a uno le gustaría que fuese. En ocasiones son temas pequeños o nimios, casi sin importancia. No se va a acabar el mundo porque en el bar donde vas a desayunar, se les hayan acabado los cruasanes. Quizás se te ha escapado el metro justo en el momento que llegabas al andén, o, tal vez, te has quedado sin datos en el móvil o se han caído los servidores del WhatsApp. Nada importante que no se pueda solucionar con relativa facilidad.

Escrito por: Pedro Villena

Otras veces, sin embargo, son cosas más trascendentales las que alteran nuestro estado emocional. Puede ser que, en el aspecto físico, no cumplas con los cánones, absurdos, establecidos en la sociedad actual de belleza y postureo. Es posible que tengas exceso o falta de peso o el cabello de un color que no te gusta. Que seas alta o bajo, con tripita cervecera o celulitis hasta en la celulitis. Quizás el timbre de tu voz es desagradable para ti mismo/a. Puede que imagines que no eres inteligente o que eres feo, o que tu trabajo no te gusta o que no llegues a fin de mes. Es posible que no tengas a nadie con quien compartir la vida a su lado o que hayas sufrido la pérdida de un ser querido, o que sufras acoso en el colegio, el trabajo, o que pienses que tu vida se ha convertido en un infierno por cualquier otra razón de peso.

 

Todo eso, que no es poco precisamente, va haciendo mella en nuestra mente. Y llega un instante, donde el dolor te supera, un momento en el que estás cansado o cansada de soportar esa situación. Que ya no aguantas más, que hasta aquí has llegado, que no te quedan fuerzas para seguir adelante. Y, abrumado por el dolor, decides acabar con tu sufrimiento de una forma definitiva y permanente. La vida duele, y hay épocas en la existencia de cada persona, que demasiado. Y en esos momentos, es cuando muchas, demasiadas personas, deciden quitarse la vida para no sufrir más.

 

Según la Organización Mundial de la Salud, se estima que cada año se suicidan en el mundo un millón de personas, lo que supone una muerte cada 40 segundos. Lo que no se contabiliza son las consecuencias que acarrean cada suicidio.

 

Más allá del dolor que padecerán todas las personas allegadas al suicida, y que verán fuertemente afectada y de una forma irremediable sus vidas, están las miríadas de posibilidades y oportunidades que podrían haberse abierto a la persona que realiza dicho acto. Puede que pienses que la vida es un asco, no voy a ser yo quien te contradiga, precisamente, y que estés pensando en ponerle fin, pero piensa un momento en todas las ocasiones en que la vida te ha devuelto una sonrisa. Cuando gracias a tus actos has ayudado a alguna persona alrededor tuyo, cuando la has hecho sonreír o sentirse mejor o le has echado una mano en un momento duro de su vida. Piensa en aquella ocasión en que un amigo o amiga necesitaba un hombro en el que llorar, y que, gracias a ti, ha podido superar alguna dificultad. Y seguro que no piensas que esa persona es débil por pedirte ayuda, sino más bien al contrario, porque ha sido capaz de pedir ayuda en un momento de adversidad. Y tú estabas allí, logrando que la vida sea un poco menos amarga. Has conseguido que la vida de alguien duela un poquito menos porque estabas allí. Y eso te hace una persona especial.

 

Puede que suene cursi, pero la verdad es que hay todo un mundo por descubrir ahí afuera, más allá de los problemas, las penurias o los sinsabores de nuestra existencia. No te rindas nunca, no des por agotada tu vida antes de tiempo. Y si el dolor te supera, pide ayuda, a gritos si es necesario. Te sorprenderías de toda las personas que están a tu alrededor y que están dispuestas a prestar su hombro, y su ayuda, para aliviar tu pesar.

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