(Blog) "Construir un mejor futuro para todos"
Todos los días nacen y mueren un cuantioso número de personas a lo largo y ancho de esta mota de polvo que se llama Tierra. La mayoría de esas personas, no nos engañemos, pasan, pasamos, sin ser más que una escueta y efímera nota a pie de página en la historia de la humanidad. Sin embargo, hay algunas de esas personas que transitan por la vida, que trascienden el paso del tiempo y que llegan a ser inmortales en el recuerdo por sus hechos y logros conseguidos, algunos para bien y otros, por desgracia, para mal. De estos últimos no voy a perder el tiempo en escribir ni una sola línea sobre ellos. Pero de los primeros, todo lo que se escriba es poco.
Escrito por: Pedro Villena
La cita del título es de António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas.
Una de esas personas nació un 2 de octubre de 1869 en Porbanda, una ciudad costera en el extremo noroeste de la India. Pasó la práctica totalidad de su vida luchando pacíficamente por los derechos del pueblo hindú, aplicando la doctrina de la no violencia, mediante la cual, y a través de huelgas, marchas de protesta, ayunos y otras prácticas, todas pacíficas, consiguió muchos de sus éxitos.
Esa persona se llamaba Mohandas Karamchand Gandhi, más conocido como Mahatma (“Gran Alma”) Ghandi, apodo que el poeta Rabindranath Tagore le puso y que a Ghandi, hombre de austeridad inflexible y absoluta modestia, no le gustaba. Su curso de acción basado en la no violencia se erigió en referente de todo tipo de movilizaciones contra la injusticia y sirvió de inspiración para otros líderes y activistas como Martin Luther King o Nelson Mandela.
Hay dos opiniones o frases contrapuestas sobre el ser humano. Una de ellas divulgada por el filósofo inglés del siglo XVIII Thomas Hobbes: “el hombre es un lobo para el hombre”. La otra, de Jean-Jacques Rousseau: "el hombre es bueno por naturaleza". Cada uno de nosotros o nosotras tendrá su opinión y se decantará por una u otra, lo que está claro, y a la vista de la historia bélica de la humanidad, es que las diferencias entre personas, pueblos, civilizaciones, estados y numerosas otras colectividades, no se suelen arreglar en su mayoría con la práctica de la no violencia, promulgada por Ghandi.
No sé si es que nuestro código genético nos predispone a la violencia. Quizás es una reminiscencia de las iniciales etapas de la historia de la humanidad, cuando los primeros homínidos descendieron de los árboles y comenzaron a andar sobre las piernas, encontrándose con un mundo salvaje y en el cual estábamos en la cola de la cadena alimenticia, y la única salida para la supervivencia era la lucha. Quizás no hayamos evolucionado lo suficiente y creamos que la violencia es la herramienta mejor para resolver nuestros conflictos. Es posible que necesitemos algunos miles o millones de años más de evolución para comprender que la vía de la no violencia es la respuesta adecuada de solución a nuestras desavenencias. Quizás necesitemos más personas como Ghandi, Rosa Parks, Nelson Mandela o Martin Luther King, para recordarnos que es posible otra forma de afrontar nuestras diferencias.
Es por eso que la Asamblea General de las Naciones Unidas instauró el día del nacimiento de Ghandi, el 2 de octubre, como el Día Internacional de la No Violencia, para recordarnos a todos según su resolución del 15 de junio de 2007, fecha en que se instauró éste día, que “la no violencia, la tolerancia, el pleno respeto de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales, el entendimiento mutuo y el respeto por la diversidad se interrelacionan y refuerzan con la democracia y el desarrollo”.
Ojalá que algún día, y que no sea de aquí a varios millones de años, seamos capaces de solucionar nuestras desavenencias de una forma pacífica y no a garrotazos como bien plasmó Francisco de Goya en una de sus obras.