(Blog) Un conocido que pasa por la calle
Cuando era pequeña en este país vivíamos muy aislados. Nunca encontrábamos a gente extranjera, en todo caso gente rica que siempre venía a pasarlo bien pero no tanto a buscar un buen trabajo.
Escrito por: Maria del Mar Castuera
Llegaba Navidad y aquí era una fiesta de colores, luces, comidas, juguetes y disfraces. Por eso deseaba que llegaran las fiestas a lo largo de todo el curso escolar con una ilusión sublime para mi edad.
Aquel año de 1966 yo ya tenía pensada la Tressy maniquí, que era una muñeca que se peinaba, con pelo largo y quería pedirla, claro, a los Reyes Magos.
Era la noche del 5 de enero de 1967 y no dormía esperando a los Reyes. Oí ruidos y fui muy despacio hasta el comedor de nuestra casa y encontré abiertas las puertas del balcón.
Estaban allí, tres mágicos bien visibles y de todas las formas; uno viejo, otro más joven y otro que… me sorprendió. Nunca había visto una cara tan oscura con unos dientes tan blancos. Era delgado y tenía cara de príncipe; era negro y era el rey que hacía tres en el pesebre de Navidad. Era Baltasar.
No podía hablar. Me asusté cuando me sonrió de esa manera.
El resto de la noche soñé con un cielo azul lleno de angelitos de todos los colores, impactada por la imagen de un hombre tan noble y agradable. Al día siguiente salí de casa para ir a la parroquia, llevando a mi muñeca recién traída desde Oriente Medio.
Era insólito, pero atravesamos la calle y al otro lado el mismo hombre que me dirigió una sonrisa impactante durante la noche volvía a mirarme con ternura y una alegre sonrisa en el rostro. Era el mismo personaje que encontré en el comedor la pasada noche de Reyes.
Ahora ya no me daba miedo. Iba con un traje de lana y una gabardina. Era guapo. Era el rey Baltasar hacia la oficina.