(Blog) La Castañada de hoy
Antes de celebrar terroríficos bailes de disfraces y alegres festivales de cine macabro, hacia estas fechas de Todos los Santos y todos los Difuntos ya conocíamos el respeto por los ciclos estacionales de la primavera y el otoño que existen en la naturaleza y que aprendemos en la escuela.
Escrito por: Maria del Mar Castuera
Cuando se acaba la cosecha y el calor, los buenos campesinos deben prepararse para acoger lluvias, viento y después frialdad. Es el inicio de un tiempo carente de abundancia, de deseables frutos y de cálidas noches con largas vísperas de querido trabajo en nuestras tierras.
Los campesinos sacaban los frutos con caparazón duro almacenados en la despensa, sobre todo almendras (y piñones) para hacer los panellets, además de las clásicas castañas que se acumulan en los bosques al caer maduras al suelo al final de cada verano.
Conservaban todo el año los piñones y las castañas. Acudían al bosque para coger hierbas y hongos fabricando aguardientes, mixturas sanadoras o setas a la brasa en sus hogares. Ahora nos ha quedado el dulce sabor del Moscatel y de los productos de pastelería que encontramos en Barcelona.
Y la tristeza de esta época del año coincide con el culto a los familiares difuntos que la Iglesia convertiría en Fiesta de Todos los Santos (1 de noviembre) y todos los Difuntos (día 2). Solemos visitar todavía a nuestros muertos, al menos a los más cercanos, y llevar unas flores que pueden ser crisantemos. También es un tiempo de meditación y recapitulación para llevar a cabo una nueva vida más interesante que la anterior.