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(Blog) Mi peregrinación

toleranceAhora ha hecho cincuenta años que fui por primera vez, con más de un millar de niños de escuela, a la ciudad de Santiago de Compostela, en forma de Romería ferroviaria. Era en 1971 y cogimos un tren de 25 vagones con un centenar de maestros de escuela para viajar hacia la condonación papal de muchos años de beatitud purgatoria.

Escrito por: Maria del Mar Castuera

 

Esto lo hacemos cada vez que San Jaime cae en domingo, cosa que solo pasa cada cuatro años por casualidad. Al llegar a la ciudad, nos recibió una Tuna con preciosas canciones y salimos en una revista religiosa de la tele.


Lo cierto es que durante los veranos vivo en un pueblo que formaba parte del Camino de San Jaime, desde que empezó en la Edad Mediana. No paran de venir peregrinos a mi pueblo y disfrutamos de las Fiestas Mayores precisamente en este mes de julio.


En toda nuestra tierra se pueden encontrar grabadas en las rocas unas improntas de herradura que corresponden al caballo de San Jaime. Por todas partes se conservan historias de milagros relacionados con el camino de peregrinación y también tropezamos con pequeños y grandes monumentos de piedra románica que solo se explican a través de las historias religiosas del camino. Considero que forma parte de la cultura y de la magia de nuestros caminos de montaña.


Pero ¿cuál podría ser la explicación de este fenómeno mágico que perdura a lo largo de todos los siglos de la Cristiandad?


Los seres humanos buscan algo absoluto y desde el Neolítico hasta aquí nos venimos dedicando a atravesar el mundo en función de nuestros gustos, inquietudes o creencias esotéricas. Así pues, desde el Neolítico hasta ahora están viniendo personas de toda Europa hacia Finisterre, para adorar al sol, siguiendo la orientación de la Vía Láctea, que nos recuerda una carretera y que es la galaxia donde vivimos.


Los primeros turistas del continente atravesaban el Pirineo para recorrer un tipo de ruta experiencial de cariz intimista y personal, que sirve para conocer a cada individuo por dentro, y no hay que decir que estos peregrinos pasaban por mi pueblo.

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